martes, 27 de junio de 2006

CONDITIO SINE QUA NON

Si bien pasó hace algunos días, a los fines de no olvidarnos de hechos como éste, como es nuestra costumbre, quiero hacer una referencia a la tragedia del taller textil de Caballito, donde fallecieron innecesariamente 6 ciudadanos bolivianos, y donde convivían reducidas a la servidumbre decenas de hermanos de ese país, todos inmigrantes sin residencia legal. En realidad haré hincapié en las condiciones de vida de esta gente y trataré de descifrar cómo es posible que en la supuesta sociedad evolucionada en la que vivimos existan formas de explotación tan crueles.
Aparte de repudiar desde todo ángulo el maltrato y la esclavitud a la que sometían y se siguen sometiendo a seres humanos en este y otro tipo de actividades, quiero profundizar un poco en el rol que jugamos los miembros de la sociedad en la que convivimos y la posible responsabilidad que cada uno de nosotros debe asumir ante tantas injusticias.
Existe una teoría penal, a los fines de establecer la responsabilidad penal de un hecho, denominada "Teoría de las Equivalencias de las Condiciones" o de la "Conditio Sine Qua Non". Dicha teoría, elaborada por Von Buri y Von Lizst, parte de la idea de que todo resultado es producto de varias condiciones. Así, por ejemplo, para que una planta crezca (resultado), es necesario que se den las condiciones siguientes: buena tierra, semillas, lluvias, y la acción humana de sembrar. Pero la teoría no llama "condición" a cualquier hecho, sino sólo a aquellos sin los cuales el resultado no se hubiese producido.
Para saber si un hecho es "condición", se lo elimina mentalmente y, si el resultado no se produce, el hecho es "condición del resultado", "conditio sine qua non". En síntesis: si un resultado se produce por varias "condiciones", basta que el sujeto haya puesto una de ellas, para que se considere que, su acción, es "causa" del resultado, y por tanto, que él es el autor.*
Obviamente, en el derecho penal no puede prosperar esta teoría, que haría responsables hasta el infinito a cualquier sujeto que aportó algo a un hecho, así, quien fabrica una soga sería responsable del homiciodio mediante ahorcamiento...
Pero puede aportarnos algo a lo que quiero manifestar. Todos sabemos que muchos "empresarios" (yo los llamo delincuentes despreciables) de la industria textil utiliza estos métodos esclavistas y sin embargo adquirimos -sin ponernos a pensar en ello- indumentaria producida por ellos. Es de público y notorio que la marca de ropa deportiva que se identifica con una pipeta tiene sus fábricas en exóticos países asiáticos con niños trabajando en ellas por salarios irrisorios. Compramos computadoras fabricadas en China o Malasia, en donde los trabajadores laborean 12, 14 o 16 horas por un dólar la hora. ¿Sabemos todos lo que cobra un trabajador de las Salinas Santiagueñas o un hachero chaqueño que trabaja en la fabricación del carbón para el asado del domingo?
Los ejemplos son interminables. No es que seamos malas personas, en muchos casos no sabemos que esto pasa...Vivimos nuestras realidades cotidianas abstraídos de otras realidades, tenemos constantes ansias de consumo y pretendemos pagar los menores precios posibles por todo lo que adquirimos. Pensemos, cada vez que compramos un paquete de café, en la vida de los obreros de los cafetales. O no lo hagamos, total "no es nuestro problema". La mayoría de las personas no lo hacemos, pero aquí surge la hipocrecía de todos los que, al enterarnos de desgracias como las del taller de Caballito, nos horrorizamos y buscamos explicación ante las autoridades de cómo es posible que se permitan estas aberraciones. Si de algo sirve una desgracia como ésta, es para llevarnos un momento a la reflexión y pensemos en qué sociedad queremos vivir.
Existe una organización internacional llamada Intermón Oxfam que trabaja en lo que ellos denominan "comercio justo". Más allá de que estas organizaciones suelen generar un sencación de que los poderosos intentan lavarse la cara, como que pretenden "limpiar sus culpas", yo tuve la suerte de consumir un producto elaborado y certificado bajo su organización y era de gran calidad. Me llamaron la atención los principios rectores aplicables en su proceso productivo, a saber: Salarios para una vida digna, No a la explotación infantil, Igualdad entre hombres y mujeres, Respeto al medio ambiente, Trabajo a largo plazo y Prefinanciación. Me alegró mucho conocer este emprendimiento y realmente no sentí culpa al consumir el café producido bajo estos parámetros. Ahora bien, este producto, por supuesto, costaba bastante más caro que otro café comprado en un comercio normal.
La disyuntiva entonces es: ¿Estamos dispuestos a pagar precios más altos por productos que cumplen las premisas "justas", o preferimos ahorrar y adquirir los tradicionales, aunque se superexploten a quienes intervienen en su elaboración? Eso, mis amigos, debemos plantearnos antes de espantarnos por las condiciones en que viven y trabajan personas como los hermanos bolivianos del taller de Caballito.
Éxitos

*Extraído del site www.portaldeabogados.com.ar

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