jueves, 28 de septiembre de 2006

Evolución e involución

Sin dudas el ser humano, a través de su razón y capacidad transformadora, ha experimentado una carrera desarrollista impensable, incluso hasta hace pocas décadas. Me refiero sobre todo al proceso tecnológico que hemos tenido, desde la rueda hasta la carrera espacial o la revolución informática.
Todos habremos escuchado frases o comentarios tales como “el hombre no evoluciona, sólo cambia la tecnología”. Sobre esto opino que en parte es correcto, ergo, en parte es incorrecto. Digo incorrecto porque sin dudas la capacidad inventiva materializada en tecnologías que han mejorado la calidad y expectativa de la vidas de los de nuestra especie, es a todas luces una forma de evolución muy importante.
Socialmente, la humanidad ha dejado atrás (al menos en muchos lugares) formas y relaciones económico-sociales que hoy consideramos vetustas e incluso inhumanas. Así, fue superándose la esclavitud (aunque aún exista en muchos lugares casi legalmente) y el feudalismo, para llegar al liberalismo, el cual más allá de ser cuestionado por mí y por muchos más, es mejor que los anteriores, ¿o no?
Ahora bien, la esencia, ese innegable atributo de la personalidad humana, ¿ha evolucionado? Volvamos al tema tecnológico, en los últimos 200 años hemos pasado de las máquinas de vapor, a los motores de hidrocarburos, para acercarnos a los combustibles alternativos. De la correspondencia epistolar, telégrafo al correo electrónico. De extrañas máquinas voladoras, globo aerostático y rudimentarios aviones a los jets supersónicos. Del mosquete a las armas de fuego y químicas. Del entablillado a los rayos X. De la medicina “adivinativa” a la genética. La lista es larga.
Un filósofo decía que la medicina, a pesar del avance tecnológico, en esencia siempre fue y será un “cortar y coser”. Algo de verdad hay en eso.
Ahora bien, si hemos llegado a niveles sólo imaginados en las fantasías de Julio Verne, ¿cómo explicar los horrores que ocurren cotidianamente? ¿Por qué toda esa tecnología que el hombre crea y maneja se pone al servicio de la guerra? Los aviones, los vehículos terrestres, la química, la física, la informática, etc. han sido desarrollados y concebidos como armamento de los países bélicos.
Si usamos toda esa supuesta evolución para continuar destruyéndonos los unos a los otros y los poderosos continúan oprimiendo a los débiles, vuelvo a la pregunta formulada antes ¿evolucionamos en esencia o lo que evolucionó es la técnica que históricamente usamos en nuestra carrera inter-auto destructiva?
En este análisis no puede haber blancos ni negros, pues el gris es enorme. Tal vez algunos vean gris claro y otros oscuro...
Éxitos

jueves, 21 de septiembre de 2006

Paranoia Inquisidora

Hoy vuelve a tocar la banda Callejeros, en Córdoba, después de peregrinar por todo el país tratando de conseguir un permiso para ejercer su profesión. Se armó alrededor de este acontecimiento un debate muy intenso, no se si interesante, pero intenso. Yo analizo la situación y lo que me llama la atención son los fundamentos de las posturas a favor y en contra de que Callejeros vuelva a tocar. Adelanto por supuesto que mi opinión es a favor de permitir que la banda toque y sobre esto profundizaré.
Si bien a veces la realidad me hace dudar, siempre creí que, para bien o para mal, vivíamos en lo que se denomina “Estado de Derecho”. Al menos eso me enseñaron en la escuela y en la universidad. En un Estado de Derecho, las conductas de las personas que lo integran deben adecuarse a las normas que lo rigen. Voy a citar textualmente dos normas que forman parte de nuestro ordenamiento fundamental: la Constitución Nacional. Así, el Art. 18 establece: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos...” En síntesis, todos somos inocentes hasta que un juez, en un juicio penal, basado en legítimas pruebas obtenidas en el proceso y con plena certeza, sentencie que somos culpables. ¿Se entiende hacia donde quiero llegar?
Este sistema garantista, se contraría con el denominado “Inquisidor”, el cual, lejos de erradicarse a pesar de la trayectoria del constitucionalismo, adquiere cada vez más asérrimos defensores. La sociedad se está volviendo loca, vemos en los medios que hordas descontroladas intentan linchar a sospechados de delitos, piden pena de muerte, quieren que los acusados sufran vejaciones en los presidios. Esto es gravísimo, pues un error en este tipo de acción es irreversible. Siempre digo que prefiero un culpable suelto a un inocente preso o muerto.
Puntualmente, en el caso de Callejeros, los padres de las víctimas tratan de impedir que la banda toque, hacen “lobby” con la asquerosa y oportunista dirigencia para que les denieguen permisos para actuar. Los integrantes están procesados, y como son inocentes hasta que un juez diga lo contrario, es inaceptable que pretendan condenarlos previamente, motivados por el dolor inconmensurable de haber perdido a un ser querido. Por esto es que no puede aceptarse de ningún modo en un Estado de Derecho que la gente intente hacer justicia por su propia cuenta, porque sus emociones les impiden juzgar con imparcialidad.
Creo que está más o menos claro lo que intento decir. Ahora pasaré al otro artículo de la norma fundamental que quiero repasar. El 14 expresa: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.” La norma es clara. ¿Con qué derecho alguien puede oponerse a que esta banda trabaje y ejerza su industria lícita? Las normas que reglamentan su ejercicio serán las que determinan las condiciones que deben poseer los locales, estadios, etc. en donde toquen, pero si se cumplen, no se les puede impedir. ¿De qué quieren que vivan, si son músicos?
A ver si nos tomamos un momento de reflexión para pensar con claridad. Basta de inquisición por favor.
Éxitos.

Poesía Musicalizada

Peces - Las Pelotas

Estamos en el gran lugar,
lugar de fábulas.
Impregnados de sexo
bombas y palabras,
viviendo como bestias,
ensuciando las calles,
rechinando los dientes.

Peces muertos sobre el agua,
sobre el agua.

Estamos en el gran lugar,
elevados alambres,
autopistas recortadas,
monótono gris de carreteras,
excéntricos poderosos
gesticulando ante las cámaras.
Rock 'n roll artificial.

Héroes pidiendo limosna,
pidiendo limosna.

Un juramento,
una mano levantada,
prometiendo a Dios
cumplir su palabra.
Hacedores de destino
llenándose los bolsillos.
Manos abiertas al Sol.

Peces muertos sobre el agua,
sobre el agua...

jueves, 7 de septiembre de 2006

Estado de Naturaleza*

A veces sucede que uno observa hechos, actos o comportamientos que lo llevan a indagar acerca de la esencia del ser humano, tratando de entender el por qué de lo bueno y lo malo que acontece a nuestro alrededor.
Me puse a pensar un poco en las teorías político-sociales, que buscan la explicación de la sociedad, su necesidad y origen. Por supuesto que este análisis es muy escueto y no pretende aclarar incertidumbres por las cuales se han derramado ríos de tinta en afán de explicaciones. Busqué algunos autores clásicos que han tratado el tema. Así, comenzaré por resumir muy brevemente el pensamiento de Thomas Hobbes. Para él, hay dos principios en la naturaleza humana, el deseo y la razón. El primero impulsa a los hombres a tomar para sí lo que otros hombres desean y por ello los pone en mutua contraposición, en tanto que la razón les enseña a huir de una disolución antinatural. Así, mediante la razón la búsqueda de la seguridad se hace más eficaz, sin dejar de seguir la norma general de la propia conservación. En síntesis, en el estado de naturaleza existe una guerra de todos contra todos; el hombre es egoísta y solo piensa en su propia conservación. Lo paradójico es que en ese afán decide y necesita agruparse en una sociedad con reglas que le otorguen protección y seguridad.
Siguiendo la búsqueda, repasaré algo de John Locke. Éste tenía más confianza en la bondad humana. Sostenía que el estado de naturaleza es uno de paz, buena boluntad, asistencia mutua y conservación. Existían según él derechos y deberes morales intrínsecos y que tenían prioridad sobre el derecho. La propiedad era común en el sentido de que todo el mundo tenía derecho a sacar sus medios de subsistencia de todo lo que ofrece la naturaleza. Ahora bien, si todo es tan bueno, ¿por qué los hombres cren la sociedad civil? Según Locke, la mayor producción elevaría el tipo de vida en toda la comunidad. Para lograr esta mayor producción debía protegerse la propiedad privada, y en el estado de naturaleza esto no puede lograrse por la falta de organización. O sea que, si bien difiere con Hobbes en muchos aspectos, ambos estarían manifestando la intensión egoísta de la conducta humana, al decidir formar una sociedad civil. Las ideas de Locke son el puntapié inicial del pensamiento liberal que nutrió las revoluciones Norteamericana y Francesa, pues sostenía que en el momento del "pacto original", la sociedad civil había decidido constituir un gobierno y "todo el poder de la comunidad está naturalmente en él". Existe un derecho de resistencia que puede y debe ser ejercido en nombre de los inalienables derechos de libertad personal, consentimiento y libre adquisición y disfrute de la propiedad.
Dando un salto en el tiempo y en la geografía, iré al pensamiento del ginebrino Jean Jaques Rousseau. Su obra principal es el "Contrato Social", aparecida en 1762. De la amplitud de la obra solo expresaré lo que concierne a la pregunta inicial. Sostiene el filósofo que, por encima del egoismo y más allá de él, los hombres sienten una reacción innata ante el sufrimiento de los demás. La base común de la sociabilidad es el sentimiento y no la razón; salvo para el hombre perverso, el sufrimiento, dondequiera que se produzca, es directamente doloroso. En este sentido los hombres son "naturalmente" buenos.
Mi nivel no llega a elaborar un propia teoría, pero sí creo poder formar una opinión propia, tomando cosas de cada uno de estos autores y de otros que no he analizado. Creo que en la observación pueden sacarse jugosas conclusiones, aunque siempre estén teñidas de parcialidad.
Pienso que nunca existió el estado de naturaleza. Siempre existieron las organizaciones políticas. Desde el momento en que un ser humano ejerció fuerza sobre otro, para que actuara según su voluntad, existió una organización política. Desde el momento en que un pequeño grupo se dividió tareas, entre domésticas, productivas, etc. existieron roles y reglas sociales.
¿Es bueno el ser humano? Hay de todo, los buenos tienen algo de malos y viceversa. Todos tenemos instinto de conservación y pensamos en salvarnos a nosotros mismos, luego a nuestros seres queridos y si nos queda tiempo y ganas pensamos en el resto. Aún detrás de los fines más altruistas existe un motivo egoísta. Las sociedades existen porque existe un interés, primero individual y luego comunitario; buscamos seguridad, protección, crecimiento espiritual, económico, profesional, social. Queremos que los demás progresen, porque eso nos da mayores garantías de que logremos nuestros propios objetivos.
Me pregunto a veces cómo sería una sociedad sin reglas. Imagino situaciones hipotéticas y en ninguna veo que las personas seamos alegres, cooperadores, armoniosos. Observen alguna imagen de una situación de caos incontrolable en una ciudad y se darán cuenta de lo digo. Verán automóviles quemándose, comercios saqueados, gente golpeándose, insultándose, corriendo desenfrenada.
En síntesis, el ser humano estableció reglas para protegerse de sí mismo, de su instinto competitivo, de su agresividad, de su egoísmo, de su destructividad. Veamos cómo está el mundo y concluiremos que muchos resultados no están dando esas reglas. Tal vez sea momento de repensarlas.
Éxitos

*Algunos conceptos utilizados en la presente fueron tomados de la obra "Historia de la Teoría Política" de George Sabine, Tercera edición, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1994.