viernes, 5 de junio de 2009

Pobre niño rico

A pesar de estar en la mitad de la vida, jamás tuvo responsabilidades importantes que afrontar. Para mí, la aparición de las obligaciones, compromisos, cuentas a pagar, cumplimientos, etc. marca el momento en que se supera la etapa de la niñez y adolescencia. En consecuencia, quienes no están acostumbrados a luchar por las cosas nunca superan la inmadurez.
El de referencia es un típico caso de heredero de fortuna, que necesita refugiarse en un papel de incomprendido e insatisfecho para justificar su insignificante paso mundano. Típico pseudo rebelde que se va a hacer la gran “bohemia” en algún rincón del planeta, sin olvidar su extensión de tarjeta de crédito. Pasa años durmiendo de día y catando el sabor agridulce de los químicos que lo hacen fantasear con una vida colmada de espiritualidad. Todo hasta que las imposiciones sociales ganan la batalla y encara algunos proyectos comerciales de relativo éxito (garantizado desde el vamos), en los que las pérdidas son solventadas con aportes personales. De todas formas, lo importante no es el negocio sino sentir una pizca de superioridad sobre quienes están a su cargo, escuchando sus estupideces y haciéndole creer que es un buen tipo. La paradoja de intentar comprar en terceros autoestima.
Si a alguien le cabe el traje, que se lo mida, aunque esta prenda está hecha a medida, personalmente destinada a un pobre niño rico que piensa que todo está a la venta.