jueves, 9 de noviembre de 2006

Hipocrecía Brava

Hoy voy a reflexionar un poco acerca de la violencia en el fútbol y el supuesto “derecho de admisión” que los clubes, en nuevo falso intento de ocuparse de este problema, intentan implantar.
La hipocresía no encuentra límites en la dirigencia del fútbol argentino. En realidad ¿si no tiene límites en general por qué habría de tenerlos en el fútbol? ¿Acaso los dirigentes del fútbol son extraterrestres que vienen del planeta Honestidón a traer su bondad a nuestro amado deporte? Hablo de hipocresía porque nos quieren hacer creer que no dejando entrar a las canchas a algunos barra bravas de los equipos visitantes, el problema puede solucionarse.
Yo me pregunté cuando se empezó a hablar de esto, sobre todo con el escándalo de Racing vs. Boca ¿acaso Racing no tiene barra bravas? ¿los hechos de violencia son generados sólo por los barras visitantes? ¿En la "Barra Imperial" son todos nenes de pecho? Y así sucesivamete al resto de los equipos.
¿Con qué argumento quieren combatir a los violentos los dirigentes del fútbol o la clase política? Si los propios dirigentes utilizan a los barras para hacer sus campañas políticas en los clubes. Si los gobiernos municipales, provinciales y nacionales los contratan como fuerzas de choque en los eventos públicos...
Hace poco veía el conflicto gremial del Hospital Francés de Buenos Aires, y en el operativo anti protesta había barras bravas de nueva Chicago haciendo las veces de rompe huelgas. Todos sabemos cómo trabajaba la de Chacarita al servicio de los gobiernos. Personalmente, he visto hasta agrupaciones estudiantiles (Franja Morada) que contrataban barras bravas para que los "protejan" en los congresos de la Federación Universitaria.
Entonces no seamos hipócritas, porque en primer lugar, de una sociedad violenta como la que formamos, sólo pueden manifestarse fenómenos sociales violentos que conjugados con la pasión con la que se vive el fútbol, genera hechos de violencia al punto de que nos sorprendemos si un fin de semana transcurre en paz. En un país con más de la mitad de su población pobre, no podemos ser tan ilusos y pretender que en este tipo de espectáculos todo sea paz y amor. Encima, si los poderosos utilizan los servicios de matones de esta gente, muy bien pagos de hecho, sólo están alentando a que este tipo de fuerzas crezcan en número y potencia.
Si hasta el presidente armó su milicia con la necesitada gente del conourbano ¿que podemos esperar que suceda hacia abajo?
Lamentablemente llegaremos al extremo de tener que observar canchas de fútbol vacías. Crecerá entonces el negocio de la televisación.
Si van a un estadio a ver un espectáculo deportivo cuídense, los puede atacar la barra brava local, pues parece que el derecho de admisión no los alcanza. Éxitos

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